La cercanía al mar y muchos siglos de tradición han convertido a los pueblos islandeses en lugares donde el conocimiento de la pesca se ha conservado en la memoria colectiva de los habitantes. Los métodos de procesado han ido pasando y mejorando, de padres a hijos, a lo largo de los tiempos, con las generaciones participando, una tras otra, en la producción de bacalao de calidad para las gentes de Europa del Sur y otros mercados lejanos.
La ambición siempre sigue siendo la misma: proporcionar a la gente el mejor producto posible, es decir, bacalao capturado en las limpias aguas que rodean la isla y producido con esmero y respeto tanto a la naturaleza como a los consumidores. Porque se necesita todo un pueblo para producir bacalao salado de calidad.
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